sábado, 27 de septiembre de 2008

Preámbulo.

En el café de mis mañanas habita
la sensación de tu amarga dulzura.
En las calles tan frías por las
noches te siento a mi lado, con tus
manos frías en las mías tibias,
con tu nariz helándose al compás del otoño.

Pero tu figura se disipa como la niebla.
Sin embargo renace como la espuma de
la playa, / una y otra vez
Cuando revientan las olas de la nostalgia.

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