domingo, 28 de septiembre de 2008

clauslil

y es que no puedo evitarlo.
pensar en la union de nuestras voces,
de nuestros labios.
no, no puedo.

eres la estrella que nunca bajó a guiar mi camino,
como un sol individual,
como la luna, como el agua.

si supieras que mi mente es tuya,
que mis manos eran solo de tu cuerpo,
que mis ojos solo miraban los tuyos.
si hubieras sabido todo eso,
la contradiccion de nuestra union se habria hecho
un asunto pendiente y formal de nuestras des-uniones
entonces no hay razón válidad
para terminarlo, para empezarlo.

pero cuando llegue el momento, no lo pienses.
sientelo. cuentale a tus ideas que no hay pasado en el futuro.
cuando lleguemos juntos,
mirame a los ojos,
me dices
lo que se debe escuchar
para hacerte un poquito feliz.

sábado, 27 de septiembre de 2008

Preámbulo.

En el café de mis mañanas habita
la sensación de tu amarga dulzura.
En las calles tan frías por las
noches te siento a mi lado, con tus
manos frías en las mías tibias,
con tu nariz helándose al compás del otoño.

Pero tu figura se disipa como la niebla.
Sin embargo renace como la espuma de
la playa, / una y otra vez
Cuando revientan las olas de la nostalgia.

Poema

1


El mantel azul de la casa en que vivimos
cubre nuestro deseos de unión material.
La soledad abrió la brecha entre tu y yo,
cubrió nuestros sueños de reencuentro,
tu distancia se alejaba de la mía,
tu cuerpo, que venia hacia mi cuerpo
se fue quedando en el largo camino
/de nuestro encuentro, de la nada.

Sin embargo estamos vivos.
Pese a todas las promesas de muerte,
seguimos viendo con nuestros ojos,
respirando el aire fresco de las tardes grises
esperando ansiosos por mirarnos a los labios
y hablar de nuestros sueños compartidos.

Aunque la tarde no termine en la tristeza
/ de nuestras soledades,
hoy esta la puerta de nuestra casa cerrada,
esperando a ser abierta con las llaves de nuestros cuerpos
(tu cuerpo esta vacío
/ como el mío)
las calles son más grandes, el parque más tranquilo,
la casa muy silenciosa, nosotros mas tristes.

Una noche en Utah

Sentado en la estación de Utah,
el tiempo no pasa mientras sigo esperando.
Son las once desde hace tanto tiempo,
y hace tanto, esperando sin señales una mente abierta.
El tiempo es más lento esperando a que se vaya;
el aeropuerto, vacío, inmóvil, esperando la mañana
como todos, como tantos.
Quienes somos…, oigo preguntar adentro.
Responden: Nadie. Pequeñas figuras al compás
del tiempo.

Son las once.
Todos hablamos en silencio.
Todos tosen mientras fuman en los rincones.
El cielo está tan lejos,
La vida está tan lejos,
La patria es mas que una mancha extraña en algún mapa
lleno de letras.

Y el tiempo, atormentador amedrenta mi paciencia;
inquisidor recorre las sombras de los relojes,
permite guardar en lo más profundo de las mentes
los más bellos secretos y enterrarlos con nuestros
cuerpos corrompidos.

Y seguimos lejos, y solos.




Pero pronto,
surcaré los cielos más rápido que las aves
veré las nubes desde adentro como la lluvia
cerraré los ojos y al abrirlos estaremos juntos
/nuevamente.

Con nuestros sueños inmortales,
con nuestros cuerpos sudorosos nos uniremos
con la angustia de la pobreza y de la venganza
pasearemos por nuestras calles bulliciosas y despintadas;
comeremos las menestras de los lunes,
y los cafés de las mañanas con el pan francés
serán los más deliciosos manjares
y nuestra casa sencilla un gran palacio,
y nuestros libros el corazón de nuestras almas.
Son las once, me levanto y camino hasta llegar a mi destino,
es tarde, y estoy lejos.

Camino

Tus cabellos lacios como el camino largo.
Los árboles van pasando por mi ventana;
crónica del viento silbante y del cielo
/ oscurecente.

Y nos vamos alejando. En las pistas anchas,
en los buses viejos y en el deseo inmanente
del destino.

Pero no alumbran ya las luces de este lugar.
No alumbran nada, como mis ojos
buscando las tres marías de tu cintura.
Por eso aquí seguimos. En la tierra extraña,
con los paisajes extraños, desconocido para todos,
busco regresar a tus cabellos lacios;
A tus muslos blancos y generosos
A tu vientre hermoso
A tus ojos grandes y pardos
junto con tus lagrimas y tu farfullo.
Pero seremos fuego desbordante muy pronto,
conquistadores de una tierra ajena,
colonizados proclamando un pedazo
/ de la alegría.

Recuerdo de tus cabellos en verano

El fuego sobresale de sus limites.
La canción finita ubicada entre mesas y una silla.
La carne dulce al fondo del plato salado
sigue pasando como la bebida, como dos
ojos tristes y hermosos despidiéndose
por la noche bajo las estrellas del verano.

Y los domingos, horas perdido aguardando
la nostalgia. / Es tan tarde para cantar
tu nombre.
Pero mañana,
¿será temprano?

Aguardando por las horas infinitas,
esperando las llamadas de las noches
las ramas de los árboles encendidas,
las estrellas lejos de todos los cielos
los extraños cerca del amor y del deseo.

Todos duermen a estas horas de la noche,
porque es tan tarde para ver el fuego
/ de tu recuerdo y de tus ojos
tan tarde para llorar o decirte al viento donde estoy.
Pero mañana, será temprano
/ para nuestras vidas, nuestros hijos.
Y el rencuentro.
Virginia 29/6/03.

Poema

1


Pensarás: Mi padre esta lejos.
Ni siquiera recuerdo sus manos acariciándome,
no escucho su voz ronca en las mañanas
ni los cantos que prometió hace tanto.

Nos dejaste una noche, diciendo ya regreso.
Atrás quedaron las lágrimas y el recuerdo,
tus papeles y tu ropa antigua.
Y mi madre. Durmiendo con sus hermosos ojos hinchados,
sola en esa cama antes habitada por sus cariños.

Triste a la luz de las bombillas,
acaricia su vientre y mi cabeza;
pensando en los nombres que vos me has de poner.
Cada noche escucho los mismos llantos.

Y tu, tan lejos,
aunque digas que no te fuiste te alejaste,
aunque creas que estando en su corazón estabas cerca,
no lo estabas.

Te fuiste sin siquiera conocerme,
y aunque regreses, ya te has ido.
Aunque estés cerca ahora, estabas lejos,
como ahora que no te tengo.
Y las lágrimas de mi madre
no tengan cuando menos
dos manos maltrechas como las tuyas
para que las sequen una a una,

que la abracen ahora que está triste,
que toquen su vientre, y le digan “te quiero”.

.
2


Lo mismo yo pensaba de mi padre.
Una noche le dije: “no te vallas, te quiero”
Quiero que estés en casa con tus hijos,
pero se fue dejando a dos niños tristes.

Y lloré; lloré como dicen los hombres débiles
/ que así lloran las mujeres

Lo extrañé, como extrañaba su escritorio y sus libros,
su tabla de ajedrez con sus apuntes;
su cara seria y la música antigua.

Ahora, que vive lejos con otra familia
/ y otros hijos
juego ajedrez triste,
escucho música triste,
recuerdo a mi madre triste,
dejo a mi mujer triste,
te siento, mi hija
y tu tristeza se convierte en mi viaje
de regreso a casa, a la pobreza,
pero en realidad, a la felicidad.
Washington DC. 5/7/03.

El sueño

Hoy me picaron tres zancudos en los talones.
Entre la tibia, el peroné y el metacarpo
caminaron por lo menos tres insectos
que bebieron mi sangre por sus hocicos,
se saciaron a costa de mi esencia.
Pero sigo vivo.
Aunque mi cuerpo parezca un guijarro sin forma,
y las picaduras erupciones y cráteres,
mi cuerpo seguirá siendo tu cuerpo.
Mi soledad, tu soledad inconfundible;
tu hijo, una parte de mi esencia seminal
desarrollándose en tus óvulos nacientes.
Mi esencia, en la vida de tu cuerpo
en el zumbido de los zancudos
en el aire que utilizo,
dentro tuyo, para siempre en tus ropas,
tu cuerpo, tus zapatos negros,
en tu boca húmeda, en tu vida con la mía.

5/7/03

Alondra

Zapatos sucios bajo su ropa de dormir.
El saco negro grueso,
La piel pálida y canela de sus brazos.
Una anciana camina con un gran sombrero sobre la frente
Camina por esta gran ciudad pobre y desahuciada.

Y yo, con mis zapatillas negras obsequiadas,
Con los pantalones que le robe a mi primo,
Con la ropa miserable
Debería sentirme abatido, miserable por
Sentirme solo como ella,
Desahuciado por estar lejos de mi hogar humilde,
Lejos de mi patria y sus dolores.

Pero cerca de mi patria están
más allá de los dolores,
El mar azul turquesa, la alegría
De ser feliz conmigo mismo,
Y de ver crecer a Alondra, que alguna vez
Fue parte de mi cuerpo.

Reflexion

Tantas historias por persona.
La vida en una reflexión eventual.
Cada idea cruza interminable el camino
de nuestros ojos,
cada engaño aparece nuevo y original.
Las palabras pierden sentido:
Cada vez se adentran más profundas
/en lo que queda de mi cuerpo.

Solamente nuestras son las heridas.
La gente transita tranquila sin ellas;
sus razones son más de otros.
La vida no es más nuestra, ni ajena.
(suenan incansables los cuervos y los motores
de los autos, como las olas de un mar
que no regresará nunca a nuestra orilla.)

Y yo, debería estar viajando, mirando los
Mares desde el cielo, estar con la mujer que
Amo, dar gracias a mi madre por estar
Viva, a mi hija por nacer pronto,
Y olvidarme de que alguna
vez estuve tan triste
y tan lejos.

Estación

Como las mentes en los aires de los manantiales,
en nuestro pequeño cuarto se observan
las miradas fuertes de nuestros ojos.
Por tu cuerpo desnudo de mujer,
de espaldas te hablo, te veo.

Recibiendo la desazón de despertar brevemente,
Va terminando la ligera noche de las grises luces,
Escondidas, apagadas; y las personas
que respiran no son las mismas,
las que habitaban en el cuarto donde habitamos
sentían la presión de todos los días,
silenciosos en el pecho abierto de nuestra alma migrante.

Vivir para ver bajar las más lindas ilusiones.
Por las noches en que suenan los relojes insurgentes de nuestros brazos alzados,
esperando la llegada del momento preciso,
del amplio peso sobre las entrañas de la patria rota,
el momento de tristeza diaria, de la pobreza estática de nuestras manos.
Como el cuerpo muerto de un hijo, de una hija,
envuelto en una túnica hecha de piedras tristes del camino;
somos una escultura de la miseria.