domingo, 2 de enero de 2011

poema

Las luces de las casas son alegres.
Los colores son reflejos de combinaciones perfectas de cristal
y las ventanas, amplias en frente de mis ojos,
son espejos abiertos para ver tus ojos.

Mis libros yacen en el suelo,
en cajas de cartón los dejé en mi antigua habitación.
Nunca supe que lo dejé todo por esta soledad. Mi propia voluntad se rompe entre pedazos de una esperanza que aún espero conocer.
Mis cristales empañados por las gotas que bajan tan despacio
por las ventanas amplias en frente de mis ojos
ajenos.

Siempre, mis ojos
esperan siempre
por tus ojos;
las casas son alegres,
de un color que nunca los verá mi corazón.