viernes, 2 de julio de 2010

Lucía

Para pronunciar tu nombre necesito, Lucía,
tu propia escencia.
no eran pues las letras simples caracteres,
significados y significantes convencionales,
ni era tu nombre parte de la grafia inmunda de nuestro estúpido sistema.
Tu nombre es, en realidad,
el momento más perfecto,
el aire más puro de mis viejos pulmones,
el espacio más perfecto en el tiempo más eterno.

Para pronunciar tu nombre
necesito, Lucía,
más de una vida o dos.

En los días que te tuve,
que me tuviste,
tu nombre dejó de ser tu nombre
para ser el mío propio;
para escribir tu nombre,
necesité solo
conocer
la belleza de tu viento, la ternura de tus labios,
Lucía,
granito de arena del desierto eterno de nuestros cuerpos,
color y contraste de tu piel clara,
negro de tus pestañas profundas en las noches más frías del sur peruano, hermoso a tu lado.

Lucía,
cada centímetro cuadrado recorrido,
cada movimiento musical de tus caderas,
cada espacio de tu cuerpo no recorrido en mis viajes
cada vez que miré a tus ojos
no podía imaginarme una mejor frase
que la escrita con las letras de tu nombre;
cada paso que anduvimos en aquel desierto eterno
los daré siempre desde entonces durante cada día
en mi corazón,
corazón que se quedó también desierto sin tí,
Lucía.

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