sábado, 5 de junio de 2010

Javier Heraud

no existe un nombre,
que se asemeje al tuyo,
palabra de guerrillero que una tarde partió y cruzó el puente viendo alejarse a su amada.
tus espadas de plata fina,
tus brazos de arados de hierro que labran la tierra de los pobres
tus poemas dedicados a las moscas y a las cucarachas,
no existe un nombre que refleje para mi
la humanidad del ser humano,
tus brazos y tus manos,
las noches de tus lápices asesinados cada noche eterna
en cada río eterno,
la misma Plaza Roja de tu Moscú inspirador.

Cada palabra que escribiste,
Javier Heraud
cada nota musical emanada de tus versos,
la lucha armada de tus papeles y tus poemas,
la bravura de Fidel Castro en carne y hueso cincuenta años atrás
y cincuenta años después,
la inspiración de tu vida
de tu propia y única vida,
Javier,
la muerte de dios,
la creación de nuestra esperanza
la institución de tu recuerdo,
es en realidad la piedra angular de nuestra diaria y complicada
lucha.

No existe un nombre,
que se asemeje al tuyo,
Javier,
vivo en mi corazón revolucionado.

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